el clima que no se quiso despedir,
ojos que me gustaría fundir con los míos,
los labios que nunca quiero ver partir,
la voz que me hace sonreír,
un rose furtivo, un palpito peregrino
después de todo la vida si tiene cara,
es bueno saberlo, para los días en
que me odia, escupirla,
en los que me ignora,
mirarla, y para los días que decide
que valgo algo, y me sonríe,
sonreirle también.
Esos regalos inesperados
son tan poco comunes como
mis seguridades.(y los días que
hago las tareas a tiempo)
Son tan fugaces como los
sueños que podemos recordar,
y son tan especiales como una
risa sincera, en las que de verdad
ves alegrarse un alma.
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